Entre tantos maullidos y ronrroneos se nos olvida que los gatos que tenemos en nuestra casa provienen de felinos silvestres con otras características de comportamiento.
A modo de recordatorio, o de curiosidad, hoy te contamos cómo esta especie se convirtió en una apta para que nos acompañe en casa dándonos amor y compañía.
Los gatos, como los perros, son descendientes de especies salvajes que han sido domesticadas a lo largo de miles de años. En el caso de los gatos, sus ancestros más cercanos son los felinos silvestres, como el gato montés (Felis silvestris) y el gato salvaje africano (Felis lybica), entre otros.
A pesar de ser domesticados, los gatos conservan muchos rasgos físicos y de comportamiento de sus antepasados salvajes. Por ejemplo, comparten características anatómicas, como garras retráctiles (salen o se esconden, según sea necesario). También tienen una columna vertebral flexible que les permite moverse ágilmente, mientras que los caracterizan sus sentidos agudos, especialmente el oído y la vista, que son adaptaciones para la caza en su hábitat natural.
El parecido en los esqueletos de los gatos domésticos de sus antepasados es tan similar, que los estudios arqueológicos donde se encuentran felinos pequeños son inexactos para explicar de qué tipo de gato se trata.
El comportamiento de los gatos
En términos de comportamiento, los gatos domésticos también muestran similitudes con sus parientes salvajes. Tienen instintos de caza muy desarrollados, lo que se refleja en su comportamiento de acecho, persecución y captura de presas, incluso cuando se alimentan con comida preparada por sus dueños. Además, mantienen ciertos patrones de comunicación vocal y corporal que son compartidos con los felinos silvestres, como el ronroneo, el bufido y la posición de las orejas y la cola para expresar emociones.
La historia de la domesticación de los gatos
La historia de la domesticación de los gatos es fascinante y se remonta a miles de años atrás. A diferencia de los perros, que fueron domesticados por el ser humano activamente, los gatos tomaron la decisión de acercarse a los asentamientos humanos por su propia cuenta.
Hace unos 10,000 años, en el Medio Oriente, los antiguos agricultores almacenaban granos, lo que atrajo a roedores, una fuente de alimento natural para los gatos salvajes de la región. Los gatos comenzaron a merodear alrededor de los asentamientos humanos en busca de presas. De esta forma, los humanos pronto se dieron cuenta de que estos felinos eran excelentes cazadores de roedores y serían útiles para controlar las plagas.
A medida que los humanos y los gatos convivían más estrechamente, los gatos comenzaron a ser tolerados y, eventualmente, fueron domesticados de forma natural. Los gatos que mostraban comportamientos más amigables hacia los humanos fueron seleccionados para la reproducción, lo que condujo a la aparición de gatos domésticos con características más dóciles y adaptadas a la vida junto a las personas.
Los gatos domésticos se extendieron por todo el mundo a lo largo de la historia, viajando en barcos con marineros y comerciantes para controlar las poblaciones de roedores en los puertos y embarcaciones.
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